lunes, 15 de octubre de 2012

La conquista de una ilustre reconocida


(Mayo, 2011)

Una tenue luz apenas perturba la penumbra. Junto al cortinaje de fondo hay un objeto iluminado que la miopía impide descifrar. Pronto, la oscuridad devora al medio centenar de personas que asistimos esta noche a disfrutar del teatro en la Casa Arawa. Un reflector amarillo nos devuelve algo de visión para observar una cabellera de fuego flamear en el escenario. Itzel Cuevas es la única sobre el tablado. Tiene la mirada perdida como la de un náufrago explorando el horizonte en busca de tierra nueva. Somos la isla desconocida que conquistará esta noche.



El texto de Saramago en el que se inspira la obra fue readecuado por los miembros de la agrupación Plan B para lograr una pieza teatral de calidad. El cuento la isla desconocida se entrevera con textos de Eduardo Galeano, Martín Vaamonde y de la propia Cuevas, dando origen a un guión que nos lleva a reflexionar acerca de esos momentos en los que  –como se dice en la obra- se cruza el umbral de las decisiones para no volver jamás; cuando zarpamos a la conquista de lo desconocido, que, inclusive, puede ser el amor.

En escena, una mujer, llamada Rosa, ha leído un cuento y a partir de él desarrolla un soliloquio donde representa tres personajes a la par: un  rey caprichoso y abúlico, un hombre aventurero que ansía descubrir una isla desconocida y la mujer de la limpieza, que nos conducen por un viaje cargado de expresión corporal, simbolismos y metáforas gestuales. A Cuevas no le es problemático desdoblarse las veces necesarias para interpretar a cada personaje. Su facilidad para cambiar los tonos de voz y los gestos es digna de aplausos.

“En la actualidad no existen islas desconocidas para descubrir”, sostiene el rey;  y el hombre que pide el barco le responde que es imposible. Conocer a la mujer de la limpieza nos confirma la teoría: Las islas desconocidas de la postmodernidad somos los propios seres humanos que, de alguna manera, permanecemos por fuera de mapas, siendo ilustres desconocidos.

Cuarenta y cinco minutos después, Rosa prende la radio, enciende las luces y comienza a trapear el escenario. Aunque sigue siendo la mujer de la limpieza, ya no es la misma que inició el relato. Las puertas que quería, ya fueron abiertas. Se va Rosa y regresa Itzel. Ha vuelto por los aplausos de la isla que esta noche conquistó.

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