(Mayo, 2011)
Jaén es Barricaña, las
putas en la 18, una portada del Extra de los lunes, un remix de Viejo Napo y
Artieda, Guayakill city a punto de reventar como piñata. De sus manos
han salido más de dos mil garabatos, monstruos y abominaciones que solo
pretenden documentar la parte oscura de la ciudad. Lo que todos ven, pero nadie
aprecia.
Provocador más que soez.
Su imperativo es pintar algo de oposición. Y lo ha conseguido… Se ha enfrentado
a la censura en diversas ocasiones. Chinomonolongo fue vetada por
la Universidad Católica en agosto de 2009; mientras que Entre lagartos,
locos y poetas, no fue admitida en la Casona Universitaria debido a su
‘contenido agresivo’.
Encaja en el estereotipo
de artista bohemio que se bebe hasta el agua de los floreros. Quizá ya no tanto,
porque lo dejó. Algún tiempo atrás, amaneció ebrio
y enternado en una playa de Manta. No sabe explicar cómo llegó, o mejor dicho
cómo fue que no llegó a la entrega de una de sus colecciones. Después de eso, se
despidió del vicio porque lo hacía ‘quedar mal’.
Por La Peni, pasó en dos ocasiones. La primera, porque Melvin
Hoyos le puso una boleta por repartir volantes en los que acusaba a los
organizadores del FAAL de escoger a los ganadores de antemano; y en la
segunda, por un proyecto conjunto entre el Banco Central y el Ministerio de
Cultura para acercar a los internos a las artes plásticas.
No trabajó con reclusos light, sino con los que han matado, robado, violado o secuestrado.
Logró que pintasen trazos cursis y piolines rechonchos y eso lo gratifica. Es
su manera de aportar con la sociedad.
Jorge Jaén define su estilo como feísmo. Debe ser
porque trabaja con la realidad y esta última es grotesca y lacerante; en pocas
palabras, fea. No se encasilla en una corriente. Tan solo es Jaén y punto. Un
pintor para criterios formados, el pintor de los suburbios, el retratista íntimo
de esta puta ciudad.
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