(Agosto, 2011)
Dicen que de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco; y Manuel Ugarte
Ascencio lo tiene todo para cumplir a cabalidad con estos tres requisitos. Con
su pincel, compone sinfonías de colores que hablan del ser, el universo y la
energía. Tiene un look entre gurú, hippie y genio que le impide pasar inadvertido.
Aunque, a decir verdad, sus vecinos ya estamos acostumbrados a verlo con su
barba blanca trenzada, sus sombreros y una especie de rosario usado para cantar
mantras –llamado ‘mapala’– guindando de su cuello mientras va a comprar pan.
Desde hace seis años vive en Padre Aguirre 322 y Córdova, en un modesto
ramal a tan solo una cuadra de la turística y noctámbula zona rosa. Junto con
su esposa, Lida Yánez, mantienen el Museo-Taller y Galería Ugarte, que funciona
de siete a siete en el mismo lugar que les sirve de vivienda. Da la impresión
de ser un pequeño santuario donde conviven en simbiosis perfecta el arte y la
naturaleza. El espeso verde amenaza con devorar los cuadros a medio terminar, las
esculturas y su vasta colección de coloridas mapalas, pero se detiene para
complementarlos en una especie de equilibrio metafísico.