martes, 17 de abril de 2018

Nos quitaron 3: Cronología del secuestro y asesinato de los periodistas de El Comercio

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Esta cronología fue hecha para el especial del programa Artículo 18, 
de Canal Unoy emitida el 15 de abril, en formato audiovisual. 
Redactada contra el tiempo, con el mayor respeto del mundo, 
con impotencia, con llanto contenido, pero pensando a cada rato 
en el grito de compañeros y familiares: "Por el Paúl, nadie se cansa. 
Por el Javier, nadie se cansa. Por Efraín, nadie se cansa".
Por ellos, por el periodismo libre y por la paz, nadie se cansa.

El periodista está donde está la noticia. Es el espíritu de nuestra profesión. Eso lo sabían de sobra Javier, Paúl y Efraín. Y al igual que todos quienes estamos en el oficio, en algún momento hemos tenido que viajar para obtenerla. Madrugas, te encuentras con tu equipo del medio en el que trabajas y partes… 
Efraín Segarra, conductor del equipo de Diario El Comercio, acostumbraba publicar fotos de cada cobertura a la que partía. Y esta vez no fue la excepción. “Buenas tardes rumbo a Esmeraldas, San Lorenzo. El trabajo nos llama. Un abrazo”, escribió en su Facebook el 25 de marzo, cerca de la una de la tarde.
Él y sus colegas, el periodista Javier Ortega y el fotoperiodista Paúl Rivas, partieron desde Quito y se dirigieron hasta el sector de Mataje, del cantón esmeraldeño de San Lorenzo, ubicado en la frontera con Colombia. Buscaban contar la realidad que vivían los habitantes de esta localidad fronteriza, que en este año ya había sido golpeada por ataques de grupos ilegales como la explosión de un coche bomba en el cuartel policial de San Lorenzo el pasado 27 de enero,  
El lunes 26 de marzo, a las 09h30 fue la última vez que tuvieron contacto con la redacción del diario. Habían sido revisados y registrados por militares de un retén, en un punto de control a 1,5 kilómetros del pueblo. La siguiente vez que se supo de ellos, ya estaban secuestrados.
Ese mismo día, a las 16:00, dos nuevas detonaciones de cargas explosivas afectaron a un tanquero militar que transportaba agua desde Mataje hacia San Lorenzo; y cerca de las 19:30, personal de Inteligencia se contactó con Diario El Comercio para informar sobre un posible secuestro.
Esa misma noche, se organizó un Comité de Crisis en las instalaciones del ECU- 911 de Quito con dos directivos del medio, familiares de las víctimas y altos funcionarios de Estado.
Ya el martes 27, el ministro del interior, César Navas, hizo público el secuestro del equipo periodístico.         
El 28 de marzo, medios colombianos como El Tiempo, Caracol y RCN anunciaron la supuesta liberación de los periodistas. Sin embargo, al día siguiente, el ministro Navas desmintió que aquello fuera cierto.
El hermetismo respecto al caso era tal que durante 7 días, la identidad de Javier, Paúl y Efraín fue exclusividad de familiares y colegas cercanos. Para el resto de ecuatorianos, los secuestrados no tenían nombre ni rostro. Eran solo una cifra con etiqueta genérica. La ausencia de información dio cabida a comentarios desatinados de personas que incluso llegaron a decir que el secuestro era mentira o que se trataba un hecho inventado.
Por eso, el 3 de abril, los familiares decidieron no callar más y exponer sus identidades. Entonces padres, hijos, hermanos, compañeros de oficio gritaron sus nombres: Javier, Paúl y Efraín; y así se lo hicieron saber al país desde la Plaza Grande en Quito, la Plaza de la Iglesia de San Francisco en Guayaquil y a través del hashtag #nosfaltan3 en redes sociales.
Fueron 18 días de incertidumbre los que se vivieron en total. Una pesadilla con varios sobresaltos.
El martes 3 de abril, el canal colombiano RCN publicó un video en el que los 3 secuestrados enviaban un mensaje al Gobierno ecuatoriano. Querían el intercambio de sus tres detenidos en Ecuador y la anulación del convenio que tienen Ecuador y Colombia para acabar con el terrorismo.
El Frente Oliver Sinisterra, un grupo disidente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, al mando de alias Guacho, se había adjudicado el secuestro.
Inmediatamente, la Secretaría de Comunicación de Ecuador rechazó la difusión del video por parte del medio colombiano y a través de un comunicado solicitó a los medios ecuatorianos "un uso responsable del material que no lesione a los familiares ni afecte de modo alguno al proceso de investigación".
Una semana después, el martes 10 de abril, los familiares de Javier, Paúl y Efraín se reunieron con el presidente Lenín Moreno en el palacio de Carondelet. En la cita estuvieron presentes la canciller María Fernanda Espinosa; el ministro de Defensa, Patricio Zambrano y el ministro del Interior, César Navas.

Lo irreversible
Pero el primer golpe bajo llegó la mañana del 11 de abril. Un supuesto comunicado del Frente Oliver Sinisterra se difundió en Internet sobre supuestas acciones militares ordenadas por ambos gobiernos. “El Gobierno del Ecuador y el Ministro de Colombia no quisieron salvarle la vida a los tres retenidos”, se leía en el texto que ni ninguno de los dos gobiernos reconoció como auténtico. Del mismo modo, ambos negaron operaciones ofensivas en la zona.
Ante la falta de respuestas claras o de avances en las negociaciones, familiares de los periodistas viajaron a Perú esa misma tarde, con la finalidad de que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, los recibiera durante la octava Cumbre de las Américas, en Lima.
Pero el siguiente balde de agua fría llegó el 12 de abril, cerca del mediodía. Noticias RCN informó que recibió fotografías de unos cuerpos que "corresponderían" a los tres periodistas ecuatorianos secuestrados en la frontera colombo-ecuatoriana; y que las estaba enviando a la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) y a Fundamedios para que estas oenegés se las hicieran llegar a las autoridades de Colombia y Ecuador. 
En el transcurso de la tarde, más medios colombianos especulaban sobre la muerte del equipo; mientras que, la angustia devoraba a familiares y colegas. La no respuesta de las fuentes oficiales era cada vez más sospechosa. Un mal pálpito de lo peor. 
Al igual que las imágenes que, para el término de la tarde, ya circulaban en algunas redes sociales.
Un tuit del presidente Lenin Moreno, quien se encontraba también en Perú por la cumbre de las Américas, anticipó que definitivamente las cosas no estaban bien: “He decidido retornar inmediatamente al Ecuador por la situación crítica que vivimos en estos momentos. Regreso junto a familiares de Javier, Paúl y Efraín”.
Horas antes de que el presidente arribara al país (20h07), el ministro del interior, César Navas, ofreció una contradictoria rueda de prensa. Aseguraba que se “realizaba todas las acciones necesarias para la liberación y el retorno” de los compatriotas; mientras que el coronel Fausto Olivo, coordinador de criminalística de la Policía Nacional, a su derecha, decía en resumidas cuentas que, por la ropa y la fisonomía, sí eran Javier, Efraín y Paúl los de las fotos.
Aun así, las autoridades no se atrevían a confirmar o negar, lo que provocó la indignación de los periodistas que permanecían en la sala.
A las 22:46, el presidente Lenin Moreno habló desde el aeropuerto Mariscal Sucre, en Tababela. Habló de indignación, de dolor, de ira. "No va más", enfatizó y acto seguido dio un ultimátum de 12 horas para que los secuestradores dieran una prueba de vida. Caso contrario, arremeterían con todo.  
A pesar de la amenaza, Moreno tampoco confirmaba o negaba.
Aún así, su rostro lo decía todo. La esperanza era mínima. Menos que mínima… En verdad, todos esperábamos un milagro.
Transcurrieron las horas, un poco más de las 12 anunciadas, y en el ínterin se anunció el arribo a suelo ecuatoriano del alto mando policial y militar de Colombia. El Gral. Alberto José Mejía, Comandante General del Ejército; Luis Villegas, Ministro de Defensa y el Gral. Jorge Nieto, Director General de Policía.
El movimiento era intenso en los exteriores de la sala de crisis del Ecu-911 de Quito pero la incertidumbre seguía carcomiendo.
Finalmente, a las 12:40 llegó la respuesta. Esa que temimos. Esa que nadie nunca quisiera oír sobre un ser querido. No hubo prueba de vida. Estaban muertos.
Cuando eres periodista y sales de viaje por una cobertura, a menudo existen familiares que se preocupan. A veces, uno piensa que demasiado, y casi siempre respondes que todo estará bien. Seguramente Javier, Paúl y Efraín también respondieron así cuando salieron de Quito. Una promesa que no pudieron cumplir.


lunes, 16 de abril de 2018

¡Supieron que estaba muerta 8 meses después!

Josselyn fue asesinada en Playas.
Foto: Cortesía
Lucero Llanos, Guayaquil-Villamil (Playas)
La tempestad que lleva dentro se desborda y se escurre por sus mejillas morenas. Aunque su nieto corre a abrazarla, Fabiola naufraga en el dolor, la nostalgia y la impotencia.
Josselyn, una de sus seis hijos, fue asesinada hace diez meses, en una casa vacacional de General Villamil, Playas. No lo supo hasta el pasado 13 de febrero, cuando le entregaron su cadáver irreconocible, de no ser por el tatuaje tribal que llevaba en su espalda baja.
Fabiola quedó a cargo de sus nietos.
Foto: Christian Vinueza
“Abue, no llores”, le susurra el pequeño de seis años, mientras la mujer intenta serenarse en su casa, ubicada en la cooperativa Sergio Toral, al noroeste de Guayaquil.
Unos minutos después, una niña de cuatro años completa el cuadro que evidencia el vacío que ha dejado Josselyn.
“Estas dos criaturas me dan aliento para luchar hasta las últimas consecuencias”, asegura Fabiola, quien junto a su esposo, Gerardo, espera que la justicia  sancione a la persona que le arrebató a su hija, la madrugada del 5 de junio de 2015.
Entre sollozos recuerda que por aquellos días vio la noticia en televisión: ¡Mujer asesinada en Playas! Nunca pensó que la víctima podía ser su Josselyn.
La policía había encontrado un cuerpo desnudo, aporreado y ensangrentado dentro de un inmueble ubicado en la calle Pedro Menéndez Gilbert y 12 de Octubre.
La edad que anunciaban los reporteros no coincidía con los 22 años de la joven, que visitó por última vez la humilde casa de madera y caña de sus progenitores para el Día de la Madre.
Tampoco hubo señas particulares: imágenes, descripciones, nombres... Nada para sospechar que se trataba de ella.
Gerardo le pide calma a su esposa, como si se tratara de un marino suplicando que acabe la tormenta. Y ella aplaca el llanto por momentos para contar sus desventuras.

“Mami, soy una p...”
Josselyn, una morena recia, de pelo negro y cejas delgadas, tenía el espíritu rebelde. A los 15 se escapó con un novio y se fue a vivir a Azogues.
“La primera vez, antes de tener al niño, se perdió más de seis meses”, añade Gerardo.
Al principio creían que trabajaba en una agencia, como empleada puertas adentro, hasta que en una fiesta de un familiar cercano, las copas estimularon su sinceridad. “Mami, soy una p... de la calle”, reveló.
Aquellas palabras aún lastiman a Fabiola como si fueran vidrios bajo sus pies.
Aunque a ella y a Gerardo les incomodaba que su estilo de vida no fuera acorde a los valores que le habían inculcado, se acostumbraron a que se perdiera por algunos meses para ejercer “el trabajo más antiguo, el de María Magdalena”.
A los 16 se convirtió en madre y tras encargarles a su primogénito, regresó a trabajar en ‘chongos’ del austro y el Oriente.
Dos años después llegó su segunda bebé, de quien también se hicieron cargo.
“Su primer novio se convirtió en su chulo. Entonces ella ya no trabajaba para sus hijos, sino para él”, lamenta su padre. Dicha relación terminó en 2014.

Hermanas y rivales
Pero la vida de Josselyn se complicaría aún más. La última vez que visitó a sus progenitores inició una relación clandestina con su cuñado. Ahora, él está detenido como principal sospechoso de su muerte.
Fue una relación corta e intensa, que comenzó, según Gerardo, “una semana después del Día de las Madre”.
Cuando su hermana Carolina descubrió el amorío estalló una discusión familiar.
Fabiola se estremece al recordar la escena. El llanto incontrolable de su otra hija. Los gritos. La tensión. El escándalo. El silencio de Josselyn.
Comenta que hasta llegaron agentes de la policía, pero que prefirieron no intervenir, ya que consideraron que se trataba de un problema hogareño.
Las lágrimas vuelven a anegar los ojos de la madre. Dice que después se enteró de que Carolina los había visto por las rendijas de una casa de caña cuando hacían el amor.
Gerardo añade que luego de la discusión le cerraron las puertas a Josselyn. “Por no apoyarla no le di la ropa. Le dijimos que debía tener un poquito de dignidad”, recuerda el progenitor.
Pero ella y el marido de su hermana huyeron juntos. “No sé cómo consiguieron dinero, pero se fueron hasta una población cercana a Quevedo. Y de ahí no sé cómo hicieron y llegaron a Playas”, agrega Gerardo.
Semanas después de que fugaran, el hombre llamó a Carolina, le pidió que le perdonara la infidelidad y retornó a su lado.
Buscando al culpable
En la escena del crimen encontraron una gorra, una matrícula de moto y la cédula de la occisa.
Richard Acosta, quien está a cargo del caso en la Fiscalía Segunda del cantón Playas, indica que luego de que la policía receptara el testimonio del guardián de la casa vacacional, buscaron al acompañante y supuesto autor de la muerte violenta a través de la matrícula del vehículo.
Así llegaron hasta un primer sospechoso, Pedro A., quien fue detenido en diciembre del año pasado, en Quevedo. Pero seguían sin encontrar a su familia para notificarle su fallecimiento.
Las investigaciones arrojaron que otra persona compró la motocicleta. Esta pista los llevó hasta Jorge G., el cuñado de Josselyn. Se lo vinculó al caso y se le dictó prisión preventiva, en febrero pasado, mientras que Pedro A. recuperó la libertad en marzo.
El día en que la policía detuvo a Jorge G. en un centro comercial del noroeste de Guayaquil, la familia recién supo que había sido asesinada.
“Me enteré solo porque lo cogieron preso”, lamenta Fabiola, quien está convencida de que la pareja de su otra hija es el culpable de la muerte.
Iracunda, susurra: “Nos vio la cara tantos meses”, y sus ojos  se vuelven a hacer mar.
El cadáver permaneció por ocho meses en la morgue de Guayaquil, a la espera de que alguien lo reclamara e incluso -mencionan ambos padres- estuvo a punto de terminar en una fosa común por el tiempo que pasó abandonado.
Decir que tienen sed de justicia sería una frase hecha. Los padres de Josselyn confían en Dios y en el trabajo que hasta el momento ha hecho la Fiscalía de Playas. Solo quieren que se castigue al hombre que les arrebató a su hija. Aquel que hizo que su nieto dibuje a su mamá con el trazo más débil porque “se ha ido para siempre”.

*publicado el 9 de mayo de 2016 en Diario Extra.

lunes, 25 de julio de 2016

El habla' guayaca' es la marca registrada de los guayaquileños *

EXTRA escogió algunas de las frases que más 'vacilas' en tu día a día, mientras que dos escritores y profesores de Lengua y Literatura explicaron cómo y por qué se originaron.

 Si hay algo que distingue a los guayaquileños es la manera de hablar. 'Camellar', 'sapear', 'armar pito', 'meter labia', 'calentar la oreja', entre otras palabras y freses, son expresiones propias de los habitantes del Puerto Principal.
Este tipo de lenguaje que únicamente entienden quienes habitan en un determinado lugar geográfico o que lo emplean quienes comparten determinados códigos comunes se llama jerga.
Livina Santos
Foto: Archivo GRANASA
Livina Santos, narradora y docente de Literatura, explica que esta tiene carácter transitorio y generacional, se da al interior de agrupaciones y tiene que ver con los sectores.
"Es parte de la identificación de los grupos, son códigos de identificación. Es parte del habla, de las complicidades que se tienen. Es como una abreviación para entenderse", menciona.
Sobre cómo se origina, Santos detalla que "todas tienen un origen etimológico que tiene que ver con alguna relación de la palabra".
"Generalmente son palabras propias de la lengua que se transforman en jerga luego de un juego", menciona y pone como ejemplo que 'zanahoria' se desprende de una variación del adjetivo 'sano', mientras que 'camello' se originó como referencia de la frase: 'Trabajar como un camello', que implica trabajo duro.
Miguel Antonio Chávez
Foto: Archivo GRANASA
 Miguel Antonio Chávez, también escritor y profesor, aclara que el hecho de emplear una jerga ligada al territorio "se da en todos los lados". "La jerga guayaca, como todo en la lengua, va mutando y algunas de estas jergas se van desactualizando para dar paso a otras. Cuando estaba en el colegio, el 'chepo' era el 'bacán' en algún aspecto determinado. Los colegiales de ahora dudo que lo usen. Sin embargo, hay otras jergas como 'ese/ esa man' que aún se mantienen", comenta.
 Incluso, el autor de 'Conejo ciego en Surinam' recuerda que cuando era un niño, en la década del 80, le decían que era mala educación emplear este tipo de palabras porque "eran de marihuaneros".
Además, de que algunas de las expresiones que forman parte de la jerga tuvieron origen lumpen o marginal. Aún así, aclara que no toda la jerga que manejan los guayaquileños nació aquí.
"Algunas tienen clara herencia del lunfardo (jerga empleada originalmente por la gente de clase baja de Buenos Aires, parte de cuyos vocablos y locuciones se introdujeron posteriormente en el español popular), como 'luca', 'chamuyo', 'fulero' e incluso 'turro'. Aunque este último significa distinto que acá", menciona. (LL)

* Nota originalmente publicada en la web de EXTRA, el 25 de julio de 2016. Así debía verse en la web, pero la plantilla no dejó incrustar el gadget que elaboré en PlayBuzz. Así es la vida... :(

domingo, 24 de julio de 2016

Se quedó 'dominado' por una guayaquileña*

Danilo y Dora contrajeron matrimonio en diciembre de 2012.
Foto: Cortesía



El brasileño Danilo Vitanis llegó a la urbe por trabajo, pero encontró el amor. Desde 2012 está casado con Dora West.

Lucero Llanos, Guayaquil
Con apenas 22 años, Danilo Vitanis llegó a Guayaquil en mayo de 2004. Había salido de su natal Sao Paulo, en Brasil, junto a otros bailarines en busca de trabajo y aventuras. La fiebre del ritmo axe invadía el continente y los canales de televisión se peleaban por incluir la novedad en sus señales.
Fue así como, luego de pasar por Chile, Costa Rica y otros países, Danilo y sus compañeros de Ta' Dominado arribaron a una ciudad calurosa que terminó dándole mucho más que un trabajo.
"En ese momento de nuestras vidas, íbamos a donde nos llevara la marea. Dios quiso que esta nos empujara a Guayaquil y aquí encontré mi destino", asegura el bailarín y mánager de Las Tres.
"Es una ciudad que acoge mucho a las personas que llegan y que me ha dado a la mujer de mi vida", resume el brasileño desde su hogar, un departamento que le ofrece una vista amplia del norte de la urbe.

miércoles, 20 de julio de 2016

Los celos y la competencia rompieron la ‘trieja’ perfecta*

Fotoproducción: Lucero Llanos


‘Sol’ (nombre protegido) relató a EXTRA cómo fueron los cinco años en los que vivió una relación poliamorosa junto a otras dos chicas. 


Lucero Llanos, Guayaquil
Sus cuerpos eran un eclipse cada noche. ‘Sol’, ‘Luna’ y ‘Venus’ (nombres protegidos) habían encontrado el refugio ideal para combinar el placer y los sentimientos.
El poliamor era la institución ideal para juntar los ombligos, los “te amo”, los labios partidos de tanto besar, los “me haces falta, a qué hora vienes” y los orgasmos.
 —Éramos las tres o ninguna — admite ‘Sol’, quien durante cinco años vivió una relación con otras dos chicas.
Eran la ‘trieja’ perfecta. O así lo pensaban quienes las conocían. Pero hace un mes, todo eso se fue al traste. Desde el inicio ‘Sol’ y ‘Luna’ ya llevaban nueve años como pareja cuando ‘Venus’, una ex de ‘Sol’, entró en escena.
 —Todo comenzó como una broma. Empezamos a andar con ella como amigas y, después, las tres nos fuimos un día a Canoa. ‘Luna’ tomó, se mareó y ambas terminaron juntas —relata la mujer vía Skype.
Aunque no recuerda quién fue la que propuso que las tres tuvieran algo, asegura que las cosas se fueron dando en el camino y que después no supieron qué hacer ni cómo enfrentarlo. Vivieron juntas y establecieron algunos tipos de acuerdos como que no tendrían relaciones sexuales si no participaban las tres.
 —Aunque a veces con ‘Luna’ rompíamos las reglas, sin que la otra se enterara —admite con algo de picardía.

Cuando en el amor caben más de dos*

Fotoproducción: Lucero Llanos  Modelos: Xavier Ávila, Mario Erazo, Cristhian Carrasco y María de los Ángeles Pérez (Escuela de baile Rumberos Tropicales)

El poliamor es un tipo de relación que cuestiona la monogamia y acepta la posibilidad de que se pueda querer a varias personas a la vez. Tres ecuatorianas contaron a EXTRA su experiencia.

Lucero Llanos, Guayaquil
 No pueden evitar juntar sus manos por debajo del mantel. ‘Artemisa’ y ‘Virgo’ (nombres protegidos) son la mismísima canción de Mecano ‘Mujer contra mujer’. “Luego a solas, sin nada que perder, tras las manos va el resto de la piel”, podría completar quien las viera. Pero la mesa no está completa.
“Una persona tiene la capacidad de amar a más de uno”, dispara ‘Artemisa’, quien luego de seis años de relación estable con ‘Virgo’, descubrió que también sentía algo por ‘Fénix’, una chica que conoció dentro del ámbito laboral y que tenía una pareja fija (‘Perséfone’).
Desde entonces, ‘Artemisa’ se reparte entre las dos. Pero no hay ‘cachos’ ni mentiras. ‘Virgo’ y ‘Fénix’ saben de la existencia de la otra y lo aceptan porque ‘Artemisa’ es poliamorosa.

martes, 3 de mayo de 2016

A la espera de un 'veredicto final' *

Lucero Llanos, Portoviejo (Manabí)
Como si fuera una gran mano de acero, una pala mecánica arañaba lo que un día fue uno de los dos edificios de tres pisos ubicados en la esquina de las calles Pedro Gual y Juan Montalvo, en Portoviejo.
Las paredes de ladrillos ‘ensanduchados’ con el enlucido y la pintura se quebraban como una galleta crocante ante los ojos de Freddy Mendoza, su hermano y algunos vecinos de ese sector de la capital manabita.
Desde la esquina opuesta, Freddy miraba cómo aquel par de casas, que conocía de memoria, se iban convirtiendo en migajas. Su cuarto, el de su papá, el baño… Todo lo que no se “comió” el terremoto se derrumbaba frente a él tras el veredicto final: la demolición.
El miércoles pasado, una etiqueta amarilla calificó a la vivienda como insegura. No se cayó, pero tenía daños severos. “Estaban expuestas las varillas”, exclama, antes de guardar silencio.
Otras dos personas de su confianza le confirmaron la ‘sentencia de muerte’ al par de edificaciones de 45 y 35 años de antigüedad. Repararlas habría sido una locura, pero la sensatez muchas veces duele más.
Freddy no estaba seguro sobre cuánto dinero se esfumaba a punta de palazos, pero estimó que el monto sería de unos 600.000 dólares entre las dos casas. Eso sin contar los arreglos recientes que hizo a la más nueva, esa que vio construir durante su infancia, y sin considerar las dos semanas que su lubricadora ha permanecido cerrada y sin recibir ingresos.
En cambio, en la Pedro Gual y Pacheco, Fabiola de Ocampo guardaba sus reliquias en decenas de cartones. Era el cuarto viaje que hacía para sacar sus cosas.
La viuda, de 74 años, y el menor de sus tres hijos vivían en el segundo piso. “Yo pensé que mi casa era menos segura que esos edificios”, comentó mientras dibujaba en aire las construcciones que veía a diario. Al día siguiente del terremoto desocuparon el lugar y se fueron a donde un amigo.
Mientras otro de sus hijos retiraba las ventanas “por si le dicen que de verdad hay que derrumbar todo”, recordaba el esfuerzo realizado y los planes que tenían. Cada piso estaba destinado a un hijo, pero (según le dijeron en la última revisión) habría la posibilidad de derrocamiento parcial “para que las columnas no aguanten tanto peso”.
Por eso colocó su número de teléfono en el pilar de la casa, junto al sello rojo que calificaba al inmueble como “inseguro”. Lo escribió justo debajo de otro sticker rojo con la palabra “demolición”. Pero aseguró que no le han dicho nada más.
“Dicen que hay dos columnas que están en peligro”, detalló, antes de que su hijo le pidiera que mejor no se quedara conversando debajo de la casa de tres pisos altos.

Temen a los robos

A una cuadra del lugar, Betty Valle, Rosa Collahuaso y Rosa Tacuri hablaban de sus preocupaciones. La casa de la primera de ellas, de una sola planta, tenía un sello amarillo. Sin embargo, aclaró que el color era preventivo debido a que “al lado había una edificación que se podía venir para acá”.
Pero luego del derrocamiento de la estructura contigua “la casa adentro está bien”. Lo que las incomodaba era que “anoche vinieron unos militares a pedir que desalojáramos toda la manzana”.
“Mi casa no está dañada, pero tengo las cosas aquí”, explicaba Betty, mientras sus amigas se unían al reclamo. “¿Por qué tenemos que irnos si no nos van a dar nada?”, cuestionó Rosa Tacuri.
A pesar de las recomendaciones realizadas por las autoridades, prefieren permanecer en medio de la polvareda, dentro de la llamada ‘zona cero’, por miedo a perder sus cosas. Según mencionaron, a un par de adultos mayores que vivían a la vuelta y que ya dejaron su casa, se les habrían llevado las pertenencias que dejaron.
“Después de que ya pasamos lo peor no vamos a permitir que se nos roben nuestras cosas”, afirmó Tacuri. Mientras tanto se las arreglan. Han pedido prestado un pequeño generador de luz para alumbrarse por las noches, hacen turnos para dormir y cocinan para las tres familias que participan en esto. “Entre nosotros mismos nos cuidamos”, indicó Collahuaso.

Esperan la resolución
También en el centro, pero en la calle Sucre, Manuela Macías lleva doce años alquilando la parte baja de una casa señorial, de construcción mixta, que data de 1931.
 Ahí habita y atiende una pequeña despensa y bazar. Otra persona también ocupa la parte alta de la edificación, aunque junto a la enorme puerta de guayacán se lee un “inseguro”.
El sello detallaba que el problema sería a causa de “maderas podridas”, pero Manuela no lo creía posible. Con sus nudillos golpeaba la puerta de su negocio y exclamaba: “¿Esto podrido? ¡Es guayacán!”.
Mencionó que tras el terremoto, el inmueble no sufrió daños, salvo una pared caída pero que “ya estaba floja” y, concretamente en su negocio, la pérdida de botellas de licor que se reventaron, así como artículos de papelería que se mojaron.
“Si la casa se hubiera quebrado habría sido la primera en salir corriendo”, precisó antes de especificar que ella y su vecino del piso de arriba esperan la resolución del dueño de casa.
No obstante, reconoció que a raíz de que pusieron el papel ya ha cotizado en otros espacios por si el dueño del inmueble decide demoler.
Irse le daría pena. Incluso dijo que la gente de la zona le “lloraba” para que no se vaya porque “no hay otra tienda en el sector”. Esperará, pues, la decisión de su casero sobre el destino de la vivienda.
“Si yo fuera la dueña, no la tumbaría. Es una reliquia”, expresó con un hondo suspiro.

Horarios de evacuación
Vanessa Rodríguez, gerente de la empresa pública municipal Portocomercio, explica que el ingreso a los propietarios de casas y comercios a la ‘zona cero’ de Portoviejo se realiza por horarios, para que a la par también se limpien los escombros.
La evacuación de mercadería y enseres de las edificaciones afectadas por el terremoto es hasta las 14:00, porque las máquinas y volquetas recogen los escombros a partir de las 15:00.
“El propósito es brindar facilidades a todos”, expresó Rodríguez, quien puntualizó que el horario se mantendrá por lo que resta del plan de evacuación, que se lo ejecuta desde las 07:00 hasta las 18:00, en Portoviejo.

* Texto publicado el 1 de mayo de 2016, en Diario EXTRA http://www.extra.ec/actualidad/a-la-espera-de-un-veredicto-final-JDEXA149022